AVISO

AVISO: Todas las historias son inventadas, todos los personajes son ficticios, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

domingo, 27 de mayo de 2012

¡Monótono!

Despacho del Oficial General Sugoi Natsuyama
División Drakaina Delphyne
10:30

El Oficial General Sugoi Natsuyama, y su asistente Matsuo Akinari mantenían un acalorado debate, referente a los últimos acontecimientos. De poco habían servido las sesiones terapéuticas a las que habían sometido al Sargento Yaakov Kav, entre otros suboficiales.

Ya poco importaba que Yaakov Kav, se hubiese transformado ante sus ojos, si dicho poder, no iba acompañado de un conocimiento y control absoluto sobre él. El Sargento Kav, no sólo, desconocía sus virtudes, sino que ni había logrado recordar, ni hacer que recordaran. Todo seguía, más o menos igual.

Tal vez, entre algunos hombres, había nacido una especie de sensación extraña, sobretodo en la suboficial Zuhurne Zaken, pues su conducta, cada día, era más cuestionable. Zaken, se había encerrado en un mutismo total, y apenas artículaba palabra.

De repente, Akinari, se quedó estático, sus ojos brillaron de forma incandescente, como si una luz fluorescente emanase de ellos. El asistente, miró fijamente a Natsuyama. Ambos quedaron en silencio. Akinari, posó su mano sobre la de Natsuyama, y éste sintió como si le estuvieran desmenuzando el cerebro.

Miles de imagenes pasaron por la mente de Natsuyama, sin poder retener ninguna, como si alguien hubiese abierto un archivo oculto en su mente, de forma remota y no tuviera control sobre dicho acceso. Visualizó los datos, pero parecian encriptados, y a parte, desaparecían fugazmente, a gran celeridad.

De repente, esa sensación desapareció. Akinari, pareció recobrar el sentido, volver en si, pues sus ojos habían dejado de brillar, volvían a mostrarse oscuros, brillantes, pero oscuros, como era habitual en él. Observaban la cara de perplejidad y desconcierto de Natsuyama. Ambos no sabían que decir. Ninguno de ellos, sabía como empezar, ni que preguntar.

Aunque una sensación de paz y sosiego había invadido sus cuerpos, tenían el cuerpo como si hubiese ejecutado, éste, un gran esfuerzo. Calladamente, Natsuyama se incorporó y se dirigió a la ventana. Era un soleado día, se acercaba el verano, y seguían como al principio, como años atrás. Se encogió de hombros, esbozó una sonrisa, y apoyó su mano, en el cristal.

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