AVISO

AVISO: Todas las historias son inventadas, todos los personajes son ficticios, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

domingo, 29 de abril de 2012

¡Recuerda! (3)

Parecía que todo estaba tranquilo, cuando fue interceptado por un proyectil, que salió de entre los naranjos y limoneros que conformaban el bosquecillo que se encontraba a las afueras del Condado de Guelikim, conocido como Raslejim. Yaakov, pudo notar, como su cuerpo dejaba de ser el de una paloma, mientras se precipitaba contra el suelo, por suerte no había sido atravesado por ninguna rama.

Yaakov, sintió el frío hocico de un animal sobre su mejilla, mientras se le iba quitando la neblina de los ojos y se volvían a reconfigurar las formas ante sus ojos, parecía que había perdido la conciencia. Estaba tumbado, de lado sobre el suelo, le habían cubierto con hojas, la cara del enorme perro seguía sobre la suya, podía oler su aliento, tal vez, si no hubiese huido de una ciudad envuelta en el horror, le hubiera resultado más temible, y no hubiese intentado erguirse, pero el perro le intimidó, emitiendo un gruñido, luego abrió su boca y colocó sus voraces colmillos alrededor de su cuello.

No pudo evitar zafarse, así que acercó su mano sobre una hormiga que había cerca, pero el perro puso su pata sobre él. Le estaba indicando que sabía donde estaba y que no le dejaría marchar. Yaakov, en esas condiciones no podía escaparse, así que decidió destransformarse otra vez, cuando el perro volvió a levantar la pata con mirada inquisidora. Quedando sentado ante él.

En esa nueva posición pudo advertir que había una mujer, recostada en uno de los naranjos. No podía creer, que esa mujer, pudiera ser dueña de un can de ofita. Por unos segundos, emanó un largo suspiro, había tomado una buena elección, pues si se hubiese convertido en un can de ofita, se hubiese montado una trifulca, en que hubiera perecido. Por otra parte, al convertirse en una hormiga, ya no faltaba explicar, que era la paloma que habían golpeado, por que daba por sentado que habían sido ellos, sobretodo por que ella todavía llevaba la onda de cuero, en la mano.

Le resultaba curioso que no se hubiera sobresaltado por sus transformaciones. Cuando, los de su clan, lo habían hecho, aunque ellos, no podían hacerlo, sin embargo, por lo que había deducido, consideraban como habilidad, ser grandes pensadores, pero en esa ciudad, quien no lo era. Tal vez, esa mujer no se cuestionaba nada, o poseía el don de domesticar a las bestias, y debía considerar que si él se podía transformar en una, podría tenerlo como mascota. En cierto modo, lo había cazado, y para ciertas culturas, él ahora, sería de su propiedad.

Pasó largo tiempo, el perro se había tumbado junto a ella y le hacía de almohada. Aunque parecía que apenas le hacían caso, no quiso tentar la suerte con una tonta huída. A parte, sentía una terrible curiosidad, pues le resultaba peculiar, había oído historias sobre mujeres, de un clan secundario, que eran custodiadas por animales, pero eran tan protegidas, que no se las permitía abandonar sus casas, y era tan secreto, que se desconocía la identidad del clan en que permanecían atadas, aisladas en un solo Condado de una de los Estados, con una única función, perpetuar la especie. Se decía, que sólo la Élite de cada clan de la República de Usffia, conocía su paradero exacto, pues eran las únicas mujeres capaces de procrear con seres de otras especies y darles descendencia. Pero, si el bebe era niña, debían regresarla pasados unos años, para probar a la madre (también conocida como Hieródula) que poseía el don del clan que la había fertilizado, si carecía de dicho don, la niña era obligada a quedarse junto a la madre, para ser instruida como una futura Hieródula.

Sería toda una rareza encontrarse con una de esas mujeres fuera de su Condado, pero tal vez, había padecido lo mismo que él y los suyos en Hatzadikim, con lo cual, se confirmaba, que todo lo que sucedía era una tragedia a gran escala, pues sólo eso podría liberar a la mujer que nacía esclava, incluso, antes de despertar. Quería empezar a llover sobre ella, pues sus preguntas se precipitaban tras sus dientes, golpeándolos, queriendo atravesarlos, y fluir, por el cerco que mantenía cerrado, pues no la quería incomodar. Aún pareciéndole fuerte, y autosuficiente, sólo pensar, que pudiera ser una de esas mujeres, de cuento de juventud, una Hieródula de ensueño, capaz de alimentar la mente de alguien, con sus golpes de cadera, la descubría ante si, como un ser frágil, perdido, que deseaba cuidar.

Deseaba ser el can de ofita, para ser tratado como una almohada, para sentir el peso de su belleza, reconfortante, sobre su lomo. Sus manos pequeñas, delicadas, de dedos diminutos, jugueteaban entre la hierba, fresca, en la que yacían, a distancia, y sólo deseaba, que se recortara, anhelaba reducir el abismo que existía entre ellos. Quería beber de su fuente, alimentarse de su piel nacarada, pero cuando empezó a sentir el flujo de sangre recorriendo su cuerpo, de repente la imagen de Dunixe invadió su mente hasta gobernarla.

- Tus ojos se han ensombrecido. - La muchacha se acercó hasta él.

- Son los recuerdos.

- A veces los recuerdos son como un lastre... O eres muy fuerte y puedes cargar con ellos sobre tus espaldas... o acaban por impedir que avances...

- ¿Quién eres tu?

- Lo sé, quien soy yo para opinar...

- No, me refiero... ¿Quién eres tu? Por ejemplo, yo soy Yaakov Kav del clan Vetivk.

- Bien, yo soy Zuhurne Zaken... pero ya no pertenezco a ningún clan... aunque pertenecí al clan Daahem... pero escapé...

- ¿Los muertos también se alzaron en tu clan?

- Más o menos...

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